Tengo los ojos en carne viva
quemados por el aleteo
de soles de bambú,
que se doblegan grises
entre el grito de los hombres
y el llanto de los niños,
asfixiados por el sonido del hambre.
Tengo el pecho salpicado de puños,
los míos,
que gritan contra tanta
crueldad insaciable en el mundo.
Tengo túneles
negros como sepulcros
sin un atisbo de luz.
Tengo lágrimas de sangre
que me abrasan
delirantes las mejillas.
Ramón Pierrá
28.11.2010 / 15:28
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